Aprendizaje

Aprender duele. No sólo por el esfuerzo de incorporar un conocimiento nuevo sino también porque a veces lo nuevo viene a reemplazar algo que estaba arraigado en nosotras.

Aprendí que somos diferentes, que vos no pensás lo mismo que yo, que no harás exactamente lo que te diga y que, por supuesto, lo que hagas no será igual. Descubrir que somos únicas, que no tenemos un clon que nos complacerá como la reproducción de nuestra imagen en el espejo, duele. Durante un tiempo sufrimos porque nos sentimos abandonadas y rechazadas por los otros, a quienes considerábamos nuestros adherentes, nuestros cómplices. Pasamos un período enojadas, tristes, solitarias. Ésta es una experiencia necesaria y muy fructífera para buscar y encontrar a nuestra amiga dentro de nosotras.

Sirve para meternos en nuestro interior y hallar que ahí está EL TODO; está DIOS, que somos de NATURALEZA DIVINA.

¡Qué difícil es RE-CONOCERLO! ¡Qué punzante es despertar con esa sabiduría!

Es un vestido viejo, gastado que usamos infinidad de veces, que posiblemente nos dio algunas satisfacciones engañosas pero que ahora, con el reciente conocimiento, ya no sirve, no nos representa; casi mejor es estar desnuda, inmaculada porque eso demuestra que hemos cambiado, que estamos en el camino de un aprendizaje espiritual.

“UNA YA NO ES LA MISMA, LUEGO DE HABER APRENDIDO ALGO” ¡Cómo darle la espalda a una lección que nos lleva hacia la paz! El cosmos nos mostrará de distintas maneras situaciones que nos ayuden a descifrar el mensaje. Siempre hay personas que lo descubren antes que otras y ellas acompañan en la evolución de los rezagados. Todo a su tiempo porque cada una vive su transformación cuando esté preparada para experimentarla y eso, sólo lo sabe nuestra alma que viaja de reencarnación en reencarnación.

Aprendí que todo sucede en el momento justo y no cuando yo quiera.

Aprendí a vivir un día a la vez, a aceptar el amanecer aunque no se vea el sol; aprendí que la noche nos permite ver las cosas con otro tipo de luz.

Comprendí que el dolor puede suavizarse con buenos recuerdos y que el sufrimiento es una elección personal. Vinimos al mundo a ser felices y sólo nosotras podemos proveernos de ese estado de plenitud.

En resumen, quiero decir que el conocimiento de flamantes elementos nos puede llevar a un cambio genuino y a un bienestar inalterable. Pero, me dirán que existen individuos que únicamente poseen ese metro cuadrado donde habitan y son sabios y felices. ¿Entonces? ¡Guau! Supongo que todos los sabios y filósofos de todas las épocas se han hecho la misma pregunta y ¿a qué resultado llegaron? ¡Qué complicado! ¿No? O quizás sea fácil responder ya que después de andar y andar, de aprender de todo, se llega a la conclusión de que para ser dichosa sólo es necesario estar bien con una misma, aceptarse, quererse porque absolutamente todo está dentro nuestro o mejor dicho lo tenemos todo.

Al fin de cuentas aquello que nos hace falta ya está en nosotras, sólo que nos engañamos buscando afuera una plenitud con cosas materiales porque nos creemos incompletas pero nuestra alma encierra el gran tesoro que cada ser humano es.

Cerremos los ojos, miremos hacia adentro y confiemos. Allí esta la esencia del amor, allí está la divinidad y no hace falta más.

Carmen Savignano

Prof. Lengua y literatura - Coordinadora de Talleres Literarios

Contacto: Carmen.y.savig@gmail.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *