¿Cómo transformar la Información en Conocimiento?
6 años hace Revista Cre-Ser

Las Neurociencias tienen un objeto de estudio complejo, por ello se debe estudiar de manera multidisciplinar. Está dedicada al estudio del sistema nervioso central y el cerebro; cómo funcionamos y cómo podemos funcionar mejor. Esta disciplina promueve mejoras en la vida cotidiana, y en nuestro país se viene estudiando desde hace veinte años.
Roberto Bataller, Director del Instituto Latinoamericano de Neurociencias Aplicadas, sostiene que los modelos pedagógicos deben ser actualizados, teniendo en cuenta los aportes de esta nueva disciplina. Un aporte de considerable importancia es en relación a la capacidad de retención de la información; las investigaciones han demostrado que cada alumno o persona es diferente, y se deben evaluar variables como ritmo personal de aprendizaje, memoria de trabajo, conocimientos previos sobre el tema, estado emocional del momento, horas de descanso, dieta alimentaria...en fin, una multiplicidad de factores de distinta índole.

Ahora bien, en líneas generales, Edgar Dale, un pedagogo norteamericano diseñó una imagen llamada el cono del aprendizaje, que nos invita a reflexionar acerca del valor de un aprendizaje activo sobre uno pasivo. La parte superior representa la participación pasiva, es decir, ser un espectador, y la que menos resultados otorga. La base de la pirámide, en cambio, representa aquellas actividades que más sirven para aprender; las que más recordamos, porque involucran el hacer y ponen en práctica lo que se aprende. Dicho en otras palabras: el modo menos efectivo de aprender algo, es sólo escuchar una clase o leer sobre un tema.
Todo lo que aprendemos llega a nuestro cerebro a través de los sentidos, y es procesado, almacenado y activado por medio de una serie de eventos eléctricos y químicos. Sin embargo, el cerebro no está equipado para procesar los millones de bits de información sensorial que lo bombardean por segundo. ¿Qué hace entonces?....focaliza la atención sólo en la información sensorial crítica para la supervivencia. ¿Y qué hace con el resto de la información que recibe? Pasa a un segundo plano o nivel de importancia o interés, y cae en desuso hasta perderse.
Existen estrategias compatibles con el cerebro que ayudan a convertir esa información en conocimiento adquirido; de esas estrategias -y su explicación eminentemente biológica- nos ocuparemos en una próxima entrada. Pero haciendo especial referencia a las prácticas pedagógicas, diremos que educadores y capacitadores deberían incluir en su labor cotidiana algunos estímulos que favorecen la focalización y adquisición de nuevos conocimientos, a saber:
- la novedad
- la sorpresa
- la predicción
- los intereses individuales
- cambios en la voz, el volumen y el ritmo
- cambios visuales, de colores, formas
- cambios de movimiento, de tamaño
- cambios táctiles
- juego, humor, música
- recompensa personal
- y otras variaciones en los estímulos sensoriales.
La creatividad, la originalidad y la sorpresa aumentan el placer, la atención y la memoria, todos estos componentes indispensables en el aprendizaje.
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