Hacía un mes que él había partido; y aunque parezca increíble, es verdad. Y aseguro que es tal cual como lo cuento. Resulta que me fui a dormir, como todas las noches. Entre sueños, empecé como a “escuchar” algo así como la letra de una canción, o algo recitado, no sé bien... me desperté y sentí un impulso especial. Aseguro que fue una experiencia tan rara, por llamarla de alguna manera, que me es imposible describirla con ninguna palabra conocida... un impulso irrefrenable de escribir.
Y escribí. Lo raro y especial es que no sabía lo que escribía. Y hasta mi letra estaba bastante irreconocible. Cuando terminé, al cabo de unos pocos minutos -creo- pude leer lo que había escrito. Al día siguiente empecé a investigar qué era lo que me había pasado. Escritura automática se llama. Es decir, escribí yo, pero no fui yo. Fue él.
Y es que la muerte no existe. Es sólo un cambio de estado o de dimensión, es un regreso a la Luz de la que todos provenimos.
Como en el libro "Dios me habló" de Eyleen Caddy, o "Karine, o el vuelo de la mariposa" de Ivonne Gray, o la película "Conversaciones con Dios" basada en los libros de Neale Donald Walsch, pero acá cerquita, en mi casita de Lanús, una noche cualquiera.... lo que escribí -o mejor dicho- lo que recibí en escritura automática esa noche, fue exactamente esto:
Hola e leído el libro y quedé realmente impactada pensando en mi nuera .viuda. y ese mibro me llevo a conocer a un ser de luz agradezco.