
Voy al rescate de aquellos que se quedaron aferrados al muro, sin poder dar el primer paso pero también hubo otros que ya habían llegado al fondo del abismo y no sabían cómo remontar las paredes para ascender. Ellos, del mismo modo, gritaron ¡SOCORRO!
¡Tranquilos! No desesperen porque en ambas situaciones la causa es idéntica y quizás la solución sea la misma. Todo se lo debemos al MIEDO. Porque él paraliza, acobarda, no nos permite pensar con claridad.
Acaso, ¿no tenemos miedo de soltarnos de la pared?, ¿de alejarnos de su abrigo y protección? Porque aunque a veces nos aplasta con su contundencia, sabemos que allí hay seguridad, que no cualquier viento puede voltearla y dejarnos en el desamparo.
Acaso, una vez en el fondo del pozo, ¿no tenemos terror de comenzar el ascenso? ¿no tenemos miedo a sufrir en el esfuerzo y a caer cada vez que lo intentemos?
Temores de distinta índole se apoderan de nuestro ánimo. Es posible que lo neguemos todo el tiempo: “Yo no tengo miedo. Yo estoy seguro de esto, de aquello y de lo otro. Yo estoy bien así. No necesito hacer ningún cambio.” “Yo ya toqué fondo. Conozco mis límites. No lucho más. Este es el resultado final. Tengo que aceptarlo y listo. Basta. Hasta acá llegué. No tengo otra opción. Es así y nada más.”
Así como te identificaste con la pared y el abismo, ahora, ¿te identificás con estas excusas o conclusiones?
Escucho y he leído por ahí que si no estás en paz, si algo te hace ruido en tu interior… quiere decir que entonces, ésa no es la situación en la que deberías estar; quiere decir que algo no está bien, que no corresponde que vivas esa experiencia, al menos de esa manera. Por lo tanto hay que hacer un cambio, se deben realizar modificaciones.
Es fabuloso pensar y decir que todo está bien, que puedo seguir quedándome aferrado a la pared o en el fondo del agujero, pero queridos humanos... ésa no es nuestra esencia, ni nuestra misión, ni el ejemplo a imitar. Nada de eso. Absolutamente ¡NO!
Enfrentá el miedo, atravesalo y entonces desaparecerá, como en aquella película de Indiana Jones en la cual el camino invisible aparece a medida que sus pies avanzan, pisada tras pisada. ¿Por qué? Porque confía en que allí está, cree en sí mismo, está seguro, porque se atreve.
Y en el famoso cuento de las ranitas que caen en un pozo con crema y empiezan a querer escalar sus muros, cada vez con más ansias de llegar a la superficie, a pesar de las voces que les gritaban que se rindieran, que no lo iban a lograr, que ya estaban perdidas. Pero no cesaron, no se dieron por vencidas, no escuchaban el alboroto de las que estaban arriba, en el brocal, porque ellas eran sordas y así pudieron vencer la adversidad del pozo y de la crema porque su agitación la convierten en manteca lo cual les permitió ascender con facilidad.
Qué es lo peor que puede pasar si no nos atrevemos a cambiar nuestro statu quo (estado actual de las cosas)? Tal vez lo peor sólo suceda en la película que nos hacemos en la cabeza, en las proyecciones que hacemos de los hechos porque falta confianza.
¡Confiá, atrevete, cambiá, probá! Dios nos tiene en la palma de su mano y no permitirá que nos pase algo malo porque “ni un solo cabello caerá sin su consentimiento” y él sólo planea lo mejor para nosotros. Por eso tené FE porque si no lo intentás, nunca sabrás si era bueno o malo para vos. Aunque nada es absolutamente bueno o malo. Son experiencias para aprender, para evolucionar.
El camino siempre está delante de ti y es el que se inicia con el primer paso. Entonces desaparecerá la pared, desaparecerá el abismo.
Carmen Savignano
Prof. Lengua y literatura - Coordinadora de Talleres Literarios
Contacto: Carmen.y.savig@gmail.com
Tus relatos siempre me dejan pensando. Tenes el don de saber como decir
Caminado por la calle,hace hoy 40 días,vi un cartel que decía :”Cuando das el primer paso,no llegaste donde querés ir,pero ya no estás en el mismo lugar”. Eso me decidió a dar el primer paso. Un abrazo Carmen.
Carmen tiene una manera clara y muy dulce de llevar a la reflexión. Hermoso artículo! Queremos más!