Una historia real, como en los Cuentos de Hadas
6 años hace Revista Cre-Ser

La historia comienza “Allá”, como todas las historias. En aquel lugar luminoso, que da origen a todo, y a todos. Donde millones de almas conviven en la más perfecta comunión y armonía.
Allá no hay guerras, ni hambre, ni dolor. No existe la envidia, ni la traición, ni la competencia desleal. No hay dinero ni intereses creados. No hay culpas ni vanidades…
En ese bendito lugar de Amor, había una vez un ángel, que era todo Luz, era un Ser Divino, pero no lo sabía. Siempre estaba rodeado por el infinito Amor de Dios, o como queramos nombrarlo; en definitiva, la Fuente. Todos los seres que estaban con él, eran grandiosos y magníficos. Cada uno era una parte luminosa y vibrante del Todo.
Este ángel vivía en el Absoluto, fuera de la dualidad, de lo relativo. Todo a su alrededor era paz y armonía, belleza y bienestar. Vibraba en la más alta esfera del Puro Amor.
El pequeño ángel era como una vela encendida en el sol. En medio de la más grandiosa luz de la que formaba parte, no podía verse ni experimentarse a sí mismo. No podía sentir quién o qué realmente era. No se conocía ni podía interpretarse. Ni siquiera podía entender el porqué de su existencia…
Todos quienes estaban a su alrededor lo alababan, haciendo referencia a su intenso brillo y luminosidad. Pero él no podía entenderlo. Y esto empezó a producirle un sentimiento desconocido en el mundo invisible, algo parecido a lo que aquí en la Tierra llamamos angustia. Se sentía tan desorientado que un buen día decidió ir a la Fuente, al Padre, al Creador, a plantearle su inquietud.
- ¿Qué puedo hacer, Padre, para entender?... dijo el Ángel para comenzar el diálogo…
El Creador con su sabiduría se le acercó y le dijo:
- ¿Sabes querido ángel, qué deberías hacer para satisfacer ese anhelo tuyo?
- ¿Qué, Dios Mío, dime qué debo hacer? - preguntó el angelito.
- Debes separarte del resto de nosotros – le respondió Dios - y luego debes surgir por ti mismo en la oscuridad.
- ¿Qué es la oscuridad, Padre?- preguntó otra vez el Angelito.
- Lo que tú no eres - respondió Dios.
- ¿Pero, cómo haré para experimentarla? - nuevamente preguntó el Ángel.
- Deberás viajar al mundo de la materia, a la Tierra, y ahí experimentarás envidia, egoísmo, traición, dolor, enfermedad, y muchas emociones más de esa índole. Serás lo que no eres, pero dentro de ti siempre habrá un impulso para volver a la Luz. En ese camino experimentarás la oscuridad, deseando siempre volver a la Luz.
Ejercerás el libre albedrío, y experimentarás muchas y variadas emociones. Deberás elegir, manifestarte y crear. Podrás sentir la maravillosa sensación de vivir. Cometerás errores, pero siempre tendrás oportunidad de corregirlos o subsanarlos… y crecer. Y al final del camino te estaré esperando como siempre, contestó Dios amorosamente.
El Ángel escuchaba maravillado. Nacía en él un intenso deseo de comenzar el viaje…
- ¿Qué aspecto de la oscuridad deseas experimentar primero? preguntó el Creador
- ¿Puedo elegir uno?- respondió el Ángel.
- El que desees
- El que sea más rápido. El que me permita regresar a Ti con más facilidad.
- Entonces será el Dolor. Experimentarás el dolor más intenso en todo tu Ser.
Esto lógicamente provocó un pequeño problema, pues para que el Ángel experimentara el dolor debería por lo menos haber otro angelito, otro ser divino que se lo causara. Y todo lo creado es luminoso, es perfección y amor.
El Ángel miró a su alrededor, y no había nadie capaz de hacer tal cosa. No había ningún alma menos perfecta, menos maravillosa que él.
Sin embargo, entre los muchos angelitos que escuchaban esta conversación, uno de ellos, el más bondadoso, el más afín, se acercó sonriente y le dijo:
- Yo te ayudaré a que sientas el dolor más profundo que pueda experimentar tu ser.
- ¿Por qué deseas hacer esto?- preguntó el Ángel, que no podía comprender como un ser tan perfecto, deseaba disminuir su vibración al nivel de causar dolor, una emoción de la oscuridad.
- Muy simple – dijo el ángel bondadoso dispuesto a ayudar al más luminoso- lo haré porque te amo. Te amo con locura. Te amo con toda mi alma. Te amo desde siempre y para siempre. Mi amor es eterno. La eternidad… ¿Te alcanza la eternidad?...
- Yo también te amo, pero no comprendo muy bien. ¿Justamente tú me provocarías el dolor más grande que nunca he conocido? No te creo capaz de semejante cosa.
- Voy a explicarte. Tú desde que fuiste creado permaneciste en la Luz. Jamás has experimentado la oscuridad, lo que te hace luminoso como ninguno, pero inexperto e inocente. Puro, con la pureza sublime que todos tenemos en el momento de la Creación. Yo, en cambio, tengo la luz de la experiencia. Yo ya estuve en la oscuridad. Y regresé a la Luz, donde todos regresamos. ¿No te acuerdas?...
- No, balbuceó el Ángel, mientras lo escuchaba sorprendido y ansioso, sin entender demasiado.
- Pero antes te pediré una cosa a cambio.- dijo el ángel bondadoso- es importante.
- ¡Cualquier cosa! ¡Pídeme cualquier cosa!- respondió nuestro Ángel, entusiasmado al saber que pronto podría experimentar el dolor.
- Hagamos un Pacto. En el momento en que yo te produzca el dolor más intenso que haya sentido tu ser, por favor recuerda quien soy yo y quien eres tú. De ese modo emprenderás tu regreso a la Luz, y nos encontraremos nuevamente aquí para revivir el amor eterno y seguir, de la mano, sembrando amor por toda la eternidad… - y acompañó su pedido con la más tierna mirada de amor jamás conocida en la Tierra.
- ¡Pacto de Ángeles! ¡No lo olvidaré!... Te reconoceré en la perfección divina en la que te tengo ahora, y recordaré quién eres y quién soy. Siempre tendré presente nuestro contrato celestial. Y regresaré a la Luz más experimentado y sabio, para compartir la eternidad contigo…
- ¡Qué así sea!- afirmó el ángel bondadoso.
- ¡Un momento!... -irrumpió el Ángel de luz, mostrando una expresión sutil de temor- ¿Y qué sucederá si no lo recuerdo?... Según me han contado, cuando descendemos a la Tierra, cuando encarnamos en la materia, nos quitan la memoria… ¿Qué haré en ese caso? ¿Me quedaré para siempre en la oscuridad? ¡No! ¡Por favor!... no resistiría vivir sin tu amor….
- No te aflijas… Estaré en tu alma. Tu alma y mi alma son una sola. Si no puedes recordar, yo te guiaré…(...)
(Extraído de: "Pacto de Ángeles" de Laura Deraco. Cap 1 - 3ra edición - Chamuel ediciones - Buenos Aires, 2016)
Chamuel ediciones
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